El escuchar o leer la Palabra de Dios, produce una gran transformación: hace que los demonios salgan de las vidas e ingrese en ellas el Espíritu Santo. En la vida de Pablo y de Esteban, Cristo fue magnificado. Cuando un verdadero creyente sufre, pero sigue viviendo en Santidad: Cristo es magnificado. Esteban, mientras estaba siendo apedreado: seguía glorificando el nombre de Dios.