La muerte vino a la existencia a través de la desobediencia de Adán y Eva. El pecado hizo que Adán y Eva vieran cosas completamente diferentes. Inmediatamente experimentaron la vergüenza de su desnudez, su inocencia y pureza murieron. No hay escapatoria para nacer en pecado. La única manera de liberarnos es a través de la experiencia nacida de nuevo a través de Jesús, nuestro Redentor. Dios odia la muerte y llegará el día en que la muerte será destruida para siempre.