Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Cuando la Biblia habla del corazón, no se refiere al órgano del pecho que bombea sangre al cuerpo a través de las arterias y las venas. El corazón humano se refiere al ser más íntimo, que es nuestro espíritu. El problema con el corazón es que es pecaminoso, por eso tenemos que cuidarlo y limpiarlo constantemente.