Jesús compartió verdades profundas con Sus discípulos la noche antes de su crucifixión, en lo que se conoce como el “discurso del aposento alto”. Jesús, su Señor y Maestro, lavó los pies de sus discípulos y les dio un nuevo mandamiento: amarse unos a otros. Se comparó a sí mismo con una vid y a Sus discípulos con las ramas, ramas que dan fruto porque la vida está en la Vid. Jesús oró para que Su Iglesia viviera en unidad con Él y unos con otros, para que conocieran y demostraran Su amor.