La Iglesia del primer siglo y nuestra iglesia local hoy deben tener diez características visibles: evangelización -compartir el evangelio todo el tiempo como un estilo de vida-, enseñanza -crecimiento espiritual como resultado de estudiar las Escrituras-, comunión -tiempo unos con otros-, adoración -celebrar la adoración del Señor-, oración -tiempo con Dios-, unidad -todas las cosas en común-, diversidad -cada uno es único, pero las diferencias deben hacernos más fuertes-, pluralidad -más de un pastor para compartir el trabajo-, empatía -preocuparse realmente unos por otros- e igualdad -todos son iguales.