Durante un viaje misionero en Europa, cuando Bryan y Mercedes hicieron una parada en Portugal, se enfrentaron con una serie de obstáculos que parecían ser insuperables, y que si no eran vencidos, no permitirían su salida a la próxima parada en Francia donde iban a predicar y ministrar. Sin embargo, cada barrera fue enfrentada a través de la milagrosa mano de Dios, la más culminante siendo la provisión de Dios de un compartimiento de primera clase en un tren de noche que ya estaba completamente lleno.
