No todos dejan una descendencia física, pero todos dejamos un legado. Dennis Rainey explica cómo cultivar un legado al transmitir la verdad sobre Dios. El salmista dice: “Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño, cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado. No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado”.