La nueva generación de israelitas que entraron en la tierra de Canaán, fueron desafiados por Josué a marchar unidos, en alma y corazón, al invadir la tierra. Después de las motivadoras palabras finales de Moisés, este joven pueblo, se comprometió a la tarea de conquistar Canaán, tarea que completaron con la ayuda de Dios. Divididos nunca lo hubieran logrado. Unidos ellos permanecieron fuertes. Lo mismo sigue siendo cierto en nuestros días.