Cuando el hijo pródigo recibió gracia por parte del padre, la respuesta del hijo mayor reveló una actitud condenatoria y vengativa. Como todo un fariseo, él pareció ser leal y amoroso por fuera, pero dentro de su corazón se oponía a los valores de su padre. Los fariseos siguen vivos y presentes en nuestro tiempo; y si observamos con detenimiento, podemos encontrar algunos de ellos entre nuestras propias familias. Debemos hacer todo lo posible para confrontar esa “actitud de hermano mayor” con la gentileza y la gracia necesaria.