Como padres, hay tres palabras que nos persiguen más que cualquier otra: “Si tan solo. . .” Las decimos con hombros desplomados y ceños profundos. “Si tan solo yo no hubiera dicho eso. . . Si tan solo yo no hubiera hecho esto. . . Si tan solo hubiera sido más amable. . . Si tan solo pudiera regresar el tiempo”. Pero nosotros no podemos hacer volver el tiempo. Sin embargo, eso no significa que tenemos que vivir con remordimientos o pena para el resto de nuestras vidas. Dios proporciona medios para que nuestras relaciones puedan ser restauradas.