Descalificación. La sola mención de la palabra agita las más fuertes emociones. Sin importar cuál sea la situación, esta nos golpea con vergüenza, humillación y la peor clase de fracaso. Las Escrituras nos llaman a ser como Cristo, pero también nos ofrecen advertencias con respecto a la descalificación. Algunos erróneamente creen ser inmunes a tales situaciones, mientras que otros, que han sido descalificados, creen que nada podrá ayudarles a recuperarse de ello. Pablo nos recuerda que la fidelidad de Dios nos abre paso a través de las tentaciones que conducen a la descalificación.