El orgullo precede una caída, y la vergüenza le sigue. Un fuerte pesar y la censura pública mezclados con humillación y pena componen una de las más devastadoras de todas las emociones humanas: la vergüenza. ¿Quién no ha sentido el doloroso aguijonazo de la vergüenza? La agonía que se siente no puede expresarse adecuadamente con palabras. En el mensaje de hoy, seremos testigos de la forma en que nuestro Señor Jesucristo manejó una situación revestida de vergüenza. En esta historia, Jesús nos deja un modelo a seguir cada vez que enfrentemos los tiempos difíciles de la vergüenza.
