Debemos «condimentar con la Palabra de Dios». Nuestra receta para la koinonía, la comunión auténtica, no estaría completa sin un comentario muy especial hecho sobre la Palabra de Dios. Sin este ingrediente fundamental nuestras vidas carecerían de sabor y de propósito. Pero de nada sirve escuchar y no poner en práctica lo que se escucha. ¿Se ha preguntado usted cómo debe ser la forma correcta de escuchar un sermón? ¿Cómo empaparse de él de modo que impregne su vida entera? Permita que Santiago lo guíe a sacar el mejor provecho cada vez que usted se adentra en el estudio de las Escrituras.