Si las tumbas son misteriosas para usted, los epitafios son extraños para mí. Todos los hemos visto. La mayoría de ellos son breves. Algunos son profundos. Unos cuantos son trágicos. Y algunos son hasta cómicos. Uno de ellos dice, “Aquí descansa Pancracio Juvenal: buen esposo, buen padre, mal electricista casero.” Otro más que dice: “Aquí yace el guapo de Juan Trueno, que pisó el acelerador en vez de pisar el freno.” La diferencia entre el cristiano y el no cristiano es muy obvia. No es necesario ver los símbolos de la “vid” o del “pescado”. Todo lo que tiene que hacer es leer las palabras. “Aquí yace Marcia, dormida en paz.” Y otro, “Victorioso en Cristo.” Cristianos o no, esperanzados o desesperados, todos tenemos en común algo que es inevitable: la muerte. Pero cuando la muerte llega, nuestros caminos se dividen.