El dolor y sus compañeros: aflicción, sufrimiento, adversidad e infortunio, muchas veces son vistos como enemigos que invaden la vida. Cuando vislumbramos que alguno de ellos se acerca, por lo general salimos escapando. Tendemos a pensar que la vida debe ser justa y equitativa, de modo que cuando nuestra zona de comodidad se ve bajo presión, nos enfurecemos. Sin embargo, según la Biblia, el dolor es una parte necesaria de la vida. Aunque no nos guste, podemos aprender a vivir con él.