En muchos sentidos, nuestro caminar con Dios es algo que nosotros no debemos guardar en silencio. Compartiendo nuestra fe, nosotros no sólo esparcimos las buenas noticias, pero nos declaramos públicamente como uno que es cristiano . . . y no estamos avergonzados de ello. Pero por otro lado, es posible ser tan públicos, tan conscientes de que las demás personas nos están viendo, que transformamos nuestra espiritualidad en un desempeño público. Cuando esto ocurre, solemos “practicar nuestra justicia . . . para ser vistos por ellos” en vez de caminar humildemente con nuestro Dios. En esta sección del sermón de Jesús, ¡Él se enfrenta a los hipócritas con armas ardientes! Utilizando tres ejemplos comunes (dar, orar y ayunar), Él nos instruye en la importancia de ser personas de sinceridad silenciosa, procurando glorificar a Dios antes que impresionar a otros alrededor de nosotros. En este estudio, miraremos los primeros dos ejemplos que Él menciona.