Cuando Dios se convirtió en un ser humano en la persona de Jesucristo, Él mismo aceptó las complicaciones y aflicciones de un mundo desordenado a causa de los terribles efectos del pecado. Cristo, voluntariamente entro en el desorden de nuestras vidas y realizó Su mejor obra en medio de nosotros: la salvación. ¿Y cuál fue Su motivación? El amor de Dios por nosotros.