Nuestro mundo está lleno de inseguridades e incertidumbres. Muchos no sólo sienten desamor, sino que no se sienten dignos de ser amados. Trágicamente esto da como resultado que se tenga una imagen mental retorcida sobre Dios. Muchos ven a Dios distante y sombrío; como alguien con el ceño fruncido, que siempre está irritado y constantemente persiguiéndonos. La buena noticia es que la Biblia describe una imagen de Dios en agudo contraste con la caricatura que muchos se han formado. En ninguna otra parte de la Escritura se establece el amor de Dios más enfáticamente que en los últimos doce versículos de Romanos 8. Aquí podemos ver que Dios no sólo está con nosotros sino que también está por nosotros.