Romanos 8:28-39 No hay lugar más conocido y familiar para encontrar a Dios que el Salmo 23. Este es el salmo al que todos recurrimos cuando nos sentimos solos y temerosos, cuando estamos en peligro en el campo de batalla, cuando estamos rodeados por los escombros de un desastre, cuando estamos hospitalizados y encaramos una cirugía, cuando se cierran de golpe a nuestras espaldas los barrotes de la cárcel y cuando nos encontramos abrumados por el dolor. Muchos conocen este salmo de memoria, pero pocos han profundizado en el corazón del autor para descubrir lo que él realmente pensaba o para entender al Pastor que da consuelo al autor de este maravilloso salmo, el Salmo del Buen Pastor.