Por extraño que le parezca, su enemigo vino a la iglesia esta mañana. De hecho, ese enemigo cantó un par de cantos… leyó un pasaje de la Escritura… y hasta inclinó la cabeza para orar en una ocasión. Pero ese individuo por alguna razón no parece un enemigo. No es la persona enfrente, detrás o al lado suyo. Su mayor enemigo está sentado… ¡en su asiento! Pero al querer ponerle un nombre, sería erróneo ponerle el nuestro... porque si le hemos entregado nuestra vida a Cristo, Él vive dentro de nosotros… Poseemos Su naturaleza y Su poder. Somos hechura Suya, somos jarros de barro de Dios. Pero si hay que llamarlo de alguna manera lo llamaremos: el “YO…” En el estudio de hoy veremos el origen de este enemigo del hombre que no lo deja ni a sol ni a sombra. Atacaremos el problema del egoísmo yendo a la raíz, al origen mismo de éste problema… iremos al Huerto del Edén, y pasaremos un tiempo junto al primer hombre y la primera mujer que Dios hizo. Marcos 10:42 – 45