Si usted alguna vez ha viajado fuera de su país, entonces conocerá el extraño sentimiento de ser un extranjero. Realmente es impactante cuando uno visita por primera vez un país distinto al nuestro. Sobre todo, si ese país tiene un idioma, comida y cultura distinta a la nuestra. Esa primera visita es algo que jamás se podrá olvidar. Por lo tanto es muy fácil olvidar que mientras vivamos en esta tierra (desde que nos convertimos a Cristo) somos extranjeros y peregrinos. . . Somos personas lejos de nuestro verdadero hogar. Aun y cuando nada cambia físicamente, todo dentro de nosotros adquiere una dimensión eterna.