En Miqueas 6:8, el audaz profeta respondió a una pregunta que mucha gente se hace hoy en día: ¿Qué espera Dios de nosotros? La respuesta de Miqueas es comprensible: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios. La primera de estas tres expectativas es hacer lo que es correcto, sin importar las consecuencias. Este tipo de obediencia valerosa se personifica para nosotros en las vidas de los apóstoles del primer siglo.