Para Jesús, quien no tuvo lugar en la posada cuando nació, y ningún lugar en donde reposar Su cabeza durante Su vida, la cruz fue Su último lugar de descanso. Ahí, Él levantó Su cara fatigada y ensangrentada y pidió al Juez del universo, no por venganza, sino por justicia, por misericordia y perdón para aquellos que se habían burlado de Él y lo habían crucificado. Fue en la cruz, donde la humanidad recibió una segunda oportunidad.