Quién sabe cuántas personas que han desertado del cristianismo pudiesen haber sido rescatadas y restauradas si alguien lo suficientemente honesto y amoroso les hubiese ayudado a volver al camino de la decencia y la piedad. Desafortunadamente, en nuestra sociedad distante y asilada que pregona el lema de: «vive y deja vivir», muchos cristianos rechazan el concepto del ser responsables ante alguien. Ser responsables involucra el dar cuentas de nuestras acciones, no solo a Dios, sino unos a otros. Si nos dejamos llevar bajo el poder del Espíritu Santo, el ser responsables ante alguien pudiera ser una de las facetas más tranquilizadoras de nuestra experiencia cristiana.