La prueba de fuego de la madurez cristiana no estriba en cuanta libertad ejerza, sino cuanto amor demuestra. Una y otra vez, la Escritura nos exhorta a que cuidemos de no caer en ninguno de estos dos extremos: el libertinaje o el legalismo. Un creyente sabio aprende a mantener el equilibrio en medio de estos extremos. El secreto es por un lado, demostrar el amor por los demás, y por otro lado, ejercer el auto control. Este pasaje de Gálatas 5 nos presenta algunos importantes recordatorios que nos ayudarán para el uso de nuestra libertad: no explotar ni ofender a otras personas. El verdadero amor no dejará que esto suceda.