Este estudio nos habla de añadir a la receta de la comunión auténtica un ingrediente muy especial: la humildad. Para disfrutar de una deliciosa koinonía, recuerde añadir tanto como pueda de humildad. Esto significa humillarse de vez en cuando para «lavar los pies», es decir, exaltar a otra persona por encima de uno mismo, teniendo presente lo que la humildad de Jesucristo compró para nosotros.