Apocalipsis 4 nos da una rara oportunidad de captar un breve vistazo del cielo; y a darnos cuenta de que lo que vemos mediante la descripción que nos da Juan no es sino la punta de un témpano infinito que jamás lograríamos captar. Este vislumbre relámpago inicial sirve para poner el tono apropiado para este pasaje y el resto del libro de Apocalipsis. El cielo no es asunto de a dónde vamos cuando muramos, qué tamaño de mansión tendremos o a quién veremos cuando lleguemos allá. El cielo es asunto de Dios. El darnos cuenta de esto no solo nos da una nueva perspectiva respecto al mismo cielo, sino que también debe cambiar nuestras vidas.