Uno de los principales enemigos de las misiones es la falsa propaganda. Esta propaganda llega directo a nuestros oídos. Y antes de que la verdad sea implantada en nosotros, pareciera que esta propaganda ya hubiera hallado lugar en nuestra mente. Y el mensaje es que, a menos que usted sea uno de esos gigantes espirituales, es decir altamente capacitado, uno de los más inteligentes de su clase, uno capaz de saltar enormes edificios con un sólo impulso, uno más rápido que una bala y más potente que una locomotora, no estará calificado para ir al campo misionero.