La vida cristiana es como un carro. Necesita al menos dos cosas importantes para conducirlo: una llave y combustible. Cuando un individuo llega a la fe en Cristo, se le da la llave: la salvación. Pero el carro de la vida cristiana no llega muy lejos sin combustible: la habilitación divina del Espíritu Santo, lo que la Biblia llama ser «llenos del Espíritu» (Efesios 5:18). Una vez que nos demos cuenta, de que necesitamos ser llenados diariamente, viviremos vidas de poder y autenticidad ante un mundo que nos observa.