El daño a un matrimonio puede comenzar incluso antes de compartirse los votos matrimoniales. Entre las mayores amenazas que enfrenta una nueva unión de pareja, están los pensamientos que ambos tienen respecto a cómo será la vida de casados. Las altas expectativas a menudo terminan siendo promesas y sueños rotos, pues invariablemente, las parejas jóvenes caen en la trampa de mirar sólo hacia adelante, hacia una realidad inexistente. Ante el umbral de sellar su pacto matrimonial, muchas personas anticipan que después de algunos años de arduo trabajo y perseverancia, lograrán tener el matrimonio ideal que tanto anhelan. Sin embargo, de este lado de la eternidad, no hay muchas esperanzas para tener un matrimonio “ideal” por causa del pecado. En cambio, el matrimonio sí promete unir a dos personas esforzándose juntas toda una vida por alcanzar la madurez. Sin esta perspectiva realista, el punto de vista de la pareja sobre los cimientos del matrimonio se ve fracturado y en necesidad de reparación.
