La erosión rara vez se nota, sino hasta que es demasiado tarde. Pequeñas transigencias aquí y allá apenas parecen significativas comparadas con el pecado absoluto. Pero la tolerancia nos lleva a la aceptación, y la aceptación nos lleva a la práctica. Es entonces, que silenciosa e inadvertidamente, el empeoramiento definitivo comienza. Esto fue exactamente lo que le sucedió alguna vez al glorioso rey Salomón. Seríamos sabios en examinar los signos casi imperceptibles de su erosión y usarlos como una advertencia para evitar la erosión en nuestras vidas.