Las mejores lecciones de la vida son aprendidas cuando se pasa a través del crisol de las pruebas. Y con frecuencia, entre más dolorosa sea la experiencia, más permanente será la lección que se aprende. Entonces, ¿cómo pueden los padres que quieren criar a sus hijos con sabiduría, inteligencia y buen juicio mantener un hogar relativamente pacífico cuando todo el mundo está reclamando sus derechos? ¿Y cómo los adolescentes que quieren más libertad pueden hacerlo sin dejar el nido demasiado pronto? La respuesta es simple, aunque rara vez es fácil: la sumisión.