Durante siglos, la gente de la iglesia no había tenido el privilegio de leer la Biblia; incluso, aunque ellos hubieran tenido una copia de las Escrituras, no la habrían tenido en su propio idioma. Hoy en día, nosotros tenemos en nuestras manos el fruto del trabajo de muchos hombres audaces y valientes que hicieron una gran diferencia en su tiempo para que pudiéramos tener el privilegio de leer las Escrituras en nuestro propio idioma. Fue su fe en Dios, y no en sus circunstancias, lo que permitió que hicieran este legado. Sin duda la idea central de este mensaje es esta: «La fe no cambia las circunstancias; me cambia a mí».