Hay quienes son financieramente irresponsables e imprudentes; por otro lado, otros son tan conservadores y tacaños, que permiten que el dinero restringa su fe. Cuán rara vez encontramos a personas que mantienen una perspectiva balanceada, propia y consistente con respecto a sus recursos. Esto no es nada nuevo. Siglos atrás, Dios dirigió al apóstol Pablo a señalar estos asuntos en su primera carta a su amigo Timoteo. Con sabiduría él exhortó a este joven pastor, no solo llevar a cabo una aplicación personal de su consejo, sino también a instruir a otros a hacerlo también para encontrar un balance y disfrutar los beneficios de la generosidad. Sus advertencias son de una ayuda especial para tres grupos diferentes: quienes tienen poco, quienes tienen mucho, y aquellos que son realmente ricos.