Con un rollo en blanco frente a sí y pluma en mano, el apóstol Juan estaba sentado ante el indescriptible Señor de gloria y escribió con cuidado, no para sí mismo sino para nosotros. La visión que él anotó de Jesucristo fue diseñada divinamente con pertinencia para mucho más que simplemente los pastores de iglesias de Asia del primer siglo; Cristo quiere llevarnos a cada uno de nosotros a nuestras rodillas en asombro por Su majestad y poder. Estas palabras deben motivarnos para servirle con humildad en todo aspecto de nuestras vidas y a adorarle con reverencia.