Visión Para Vivir con Carlos A. Zazueta

¿Quién no se ha sentido alguna vez solo y abandonado? ¿Quién no recuerda el momento en el que Dios parecía tan distante? ¿Quién no se relaciona con la experiencia de tener a un ser querido que sufre física o emocionalmente? ¿Quién no le ha dicho al Señor: «Hasta cuando, Señor?» Si estas cuatro preguntas le hacen recordar algún momento de su vida, usted no tendrá problemas para identificarse con los sentimientos de David al componer el Salmo 13. Muy apropiadamente este salmo es identificado como un «salmo de lamento,» pues ha sido concebido en el vientre del clamor «¡Ay!». Pero, no todo estaba perdido. El salmista pudo haber comenzado postrado, con su rostro en tierra, pero termina parado sobre sus pies. Descubramos que fue lo que hizo la diferencia.