Quizá una de las situaciones más difíciles de sobrellevar en la vida es recibir un trato injusto cuando se ha actuado bien. La tendencia natural del ser humano es resentir tal trato, tomar represalias y guardar rencor. Por extraño que parezca, Dios ofrece un raro, pero sabio consejo: en lugar de desquitarse. . . ¡Sométanse! Pero en un tiempo en que la mayoría prefiere demandar o pelear por lo que es suyo, la sumisión parece estar fuera de orden. Sin embargo, los caminos de Dios son siempre los mejores. Y aunque esta instrucción no fluya en nosotros de manera natural o fácilmente, es efectiva. En esta sección de la carta de Pedro, los creyentes son exhortados a seguir los pasos de su Señor Jesucristo, quien, aunque recibió un trato injusto, rehusó desquitarse, sometiéndose enteramente a la voluntad de Su Padre celestial. No hay nada tan cautivador para nuestros enemigos que responder con bien por el mal que nos hacen, y Jesucristo es el ejemplo máximo de esta actitud.
La cultura popular hace hincapié en trabajar los fines de semana acumulando días libres y acortando vacaciones. El estar ocupado se ve como una virtud mientras que necesitar días libres se ve como una actitud perezosa e improductiva. Los cristianos somos igual, capaces de subestimar el valor de la recreación, el respiro y elegir agotarse en el ministerio. ¿Cuál es el resultado? Estamos más enfermos, cansados y descontentos que nunca. ¿Recuerda la alegría de jugar? Este librito del pastor Swindoll nos lleva a la vitalidad de la relajación, un tipo de descanso tan esencial que Dios lo fundó cuando creó el mundo, y que Jesús puso en práctica y protegió durante Su ministerio en la Tierra.