Como en la obra de teatro El Fantasma de la Ópera, la hipocresía esconde su cara desfigurada debajo de una máscara, procurando ocultar su verdadera fealdad. Sin embargo, a pesar de lo horrenda que es, la hipocresía es adictiva: mientras más se usa la máscara, más nos acostumbramos a que sea nuestra apariencia. Ningún pecado es denunciado más fuertemente en todas las Escrituras que la hipocresía; Jesús mismo reservó Sus reprimendas más rigurosas para la hipocresía, y, sin embargo, ningún pecado se practica más universalmente.
Muchas son las advertencias que el Señor Jesús hizo acerca de la hipocresía. Ponerse una máscara para mostrarse piadoso es un acto desagradable a los ojos del Señor, es algo que debemos evitar a toda costa.
El pastor Swindoll nos invita a poner nuestra fe en Cristo de una forma sencilla, obedeciendo Su ley por supuesto, pero confiando en que Él es quien nos salva. Como creyentes debemos tomar el camino que el Señor puso delante de nosotros, el camino de una fe sencilla, preocupándonos no solo por lo que hacemos en el exterior, sino por lo que está en nuestro corazón. Si vivimos de esa forma podremos, tal como afirma el pastor Swindoll, «sazonar y brillar» con la sal y la luz que Jesús ha puesto en nosotros.