¿Has notado cuán poca felicidad que hay en el mundo? Demasiadas personas agobiadas corren por la vida con ceños fruncidos, molestas por cualquiera que se interponga en su camino y quejándose de cada inconveniente. ¿Dónde están las sonrisas? ¿Dónde está la alegría?
El pastor Charles Swindoll señala la razón de la escasez de alegría: "Se debe a que la mayoría de la gente piensa que la felicidad es algo que les sucede, en lugar de algo que buscan deliberada y diligentemente. Las circunstancias rara vez generan sonrisas y carcajadas. La alegría llega a quienes se deciden a buscarla a pesar de sus circunstancias".
La búsqueda de la felicidad nos lleva a lo que ya tenemos: la alegría que nos ofrece el Espíritu Santo, que siempre está con nosotros. Podemos tomar ese fruto espiritual cuando lo deseemos, sin importar nuestras circunstancias. Podemos elegir Su alegría hoy mismo, una verdad que el apóstol Pablo nos ayuda a descubrir en el libro lleno de gozo de Filipenses.
Jesús prometió a Sus seguidores un regalo que permanecería con ellos para siempre: ¡el Espíritu Santo! El Espíritu nos da vida. El Espíritu nos libera. El Espíritu habita en nosotros. El Espíritu nos capacita.
Pero ¿cómo luce una vida realmente transformada por el Espíritu? El apóstol Pablo nos dio un retrato claro en su carta a las iglesias de Galicia, describiendo las virtudes del fruto del Espíritu como: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. En esta serie de estudios sobre cada una de estas virtudes del «fruto del Espíritu», aprenderás a vivir una vida nueva y plena.