Muchos eruditos del Nuevo Testamento concuerdan que estos últimos 11 versículos de Gálatas 4 son los más complicados en toda la carta a los gálatas. Sin embargo, estas palabras son una parte importante en el argumento de Pablo. Se dirigen específicamente a los que «desean estar bajo la ley» (v. 21) . . . ¡Y hay muchos! Pero generalmente son personas que no han pensado bien el asunto. Pablo les menciona esto (v. 21b), y luego procede a clarificar la verdad usando una alegoría del Antiguo Testamento para refutarles su posición. Estas palabras son importantes para convencer a los legalistas que la posición que han adoptado no es el plan que Dios, bajo Su gracia, ha dispuesto para que nosotros disfrutemos.
Martín Lutero dijo: «La Epístola a los Gálatas es mi epístola. Me he casado con ella. Ella es mi esposa». Podemos entender por qué él se sintió así, pues esta carta es considerada «el grito de batalla de la Reforma» y «la Carta Magna de la emancipación espiritual». Es el libro del Nuevo Testamento que afirma la libertad cristiana, la piedra angular de la fe protestante. Ningún otro libro (con excepción de Romanos) responde con tanta fuerza y en forma tan directa a la pregunta: ¿Somos salvos por creer o por lo que hacemos? Ningún otro libro toma al legalismo tan firmemente por el cuello. Entre más profundo escarbemos en esta mina de riqueza teológica y práctica, más rico nos volveremos y mejor entenderemos por qué Lutero llamó a esta carta su propia epístola, “a quien tengo empeñada mi palabra de matrimonio”. Puede parecer dura, pero es tan necesaria.